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sábado, 25 de febrero de 2012

Hojas

De repente el silencio se apoderó de mí. Estuve sin música y sin tocar, solo leyendo y pensando. Desconectada del mundo cibernético e intentando comprender el peso de la pérdida.
Sueño sueños, sueño pesadillas pero todas con la música de LAS. Armo loops que recorren las imágenes y me dejan en silencio también durmiendo.
Me quedan muchos discos por escuchar aún y mucho por comprender también. Y el agradecimiento infinito por iluminar mi camino.

Suena el teléfono, una amiga me cuenta la tragedia de Once. Me invade una profunda tristeza.
No quiero mirar ni saber pero igual estoy en el tren, soy del tren y soy de Haedo.
Salgo a comprar las cosas para armar el bolso, me aconsejaron tenerlo porque quizá a mi bebé se le ocurre aparecerse en este mundo un mes antes de lo previsto. Suena el celular de mi compañero y marido; Vicente Luy se suicidó en Salta. Sigo caminando en estado de shock y descanso en la compra de pañal para recién nacido y chupete.
Vuelvo a pensar en el tiempo, en las obras y en la muerte. La noche llega y yo sigo en shock.
Mi amigo Ariel me dice que nadie quería llamarme pero que se animó a hacerlo porque como sea las malas noticias vuelan.
La muerte de las palabras de Vicente, un escritor original y bueno de verdad. Siempre obligándote a pensar y abriendo un signo de interrogación en tu mente o alma.
Dejó mucho, dejó poco… Ahora ya es cenizas que no tienen dueño.
Se animó y lo logró. Juntó fuerzas. Se fue.
Nosotros (los amigos) nos reunimos sin querer queriendo y casi sin nombrarlo nos hicimos compañía y quizá lo llamamos a nuestro lado. Tiempo atrás fuimos parte de su torbellino mental.
Hoy me siento más triste que ayer. El paso por este mundo debiera ser con cierta paz, no importa el tiempo que estés aquí pero pasarla bien.
La mente es algo tan poderoso que da miedo y como sea siempre vuelvo al comienzo y sin soltar palabra o melodía canto para mí: cuida bien al niño, cuida bien su mente, dale tibia leche de tu cuerpo.